Eso fue posible gracias a la mediación, que es una de las cosas de las que más satisfecho estoy. Allí nuestras expectativas se vieron satisfechas. El equipo de mediación que nos atendió supuso un punto de encuentro donde las emociones negativas que a ambos nos asaltaban fueron suavizadas y las tensiones y conflictos sensiblemente disminuidos.
Las situaciones de ruptura de pareja generalmente constituyen etapas vitales de gran inestabilidad emocional donde la presencia de un mediador ayuda a clarificar las cosas y a cambiar la percepción que del conflicto tienen las personas implicadas, contribuyendo a buscar soluciones adecuadas que sin duda repercutirán favorablemente en su vida personal y familiar.
En la sociedad actual, con normas sociales menos estrictas que han permitido la normalización del divorcio y que han dotado de una mayor capacidad de decisión a las personas para elegir el camino que consideren más adecuado para su vida, se hace cada vez más necesaria la figura del mediador, como profesional que orienta a las partes implicadas, favorece la empatía, rebaja el coste emocional que entrañan estas situaciones y colabora en la adopción de acuerdos más satisfactorios.
Si tenemos en cuenta el incremento del bienestar emocional que proporciona la intervención de la mediación en un proceso de divorcio y habiendo transcurrido tanto años desde que fui atendido por un equipo de mediadores, me parece llamativa la escasa difusión que ha tenido un servicio de esta importancia y naturaleza, a pesar de las acciones desarrolladas por diferentes profesionales dedicados a la mediación, como psicólogos, abogados e instituciones públicas y privadas de diversa naturaleza.
Resultan necesarias campañas en medios de comunicación; desarrollo por parte de los profesionales de la mediación de actividades que difundan actitudes de consenso; importantes apoyos por parte de las Administraciones Estatal, Autonómica y Local que pongan de manifiesto que la mediación puede ser elegida voluntariamente con todas las garantías. En resumen, acciones que permitan que la mediación, como actividad que beneficia a las personas y a sus familias, sea conocida y esté al alcance de todos los ciudadanos.